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"Lecturno"


DIVAR
¿Se habrá dormido ya? Estando a unos cientos de metros, nadie quiere molestar a Divar, somos incapaces de molestarlo. No se escucha, no hace sombras; debe estar descansando entonces.
Es un comedor, no el lugar donde se come, el hombre, ése, Divar es un comedor, digiere, ¿me explico? Claro, como cualquier otro hombre, por supuesto.
Si hubiera seguido el consejo que le dio Carmen, hoy no estaríamos esperando lo peor. Carmen siempre le decía que debía #escribir para no sufrir llegado el caso. Él nunca quiso, siempre leyó y así aprendió sobre el mundo ya que su tamaño enorme, más enorme que una secuoya no le permitía viajar en los medios de transporte habituales. Sin embargo sabía más que cualquiera. Y a pesar de estar casi plantado en el mismo lugar siempre, era feliz. Pero feliz de verdad, pretendo que imaginen eso, aunque no sabría definirlo bien, pero a él se lo veía íntegro y coherente, pacificado y optimista, humilde y trabajador; también contaba historias porque las tenía en su cabeza y le gustaba compartirlas. 
El momento clave para Divar, que le generaba total ansiedad era esa hora del día donde empieza uno a estar convaleciente del andar diario, donde el peso de los pies supera nuestra posibilidad de dar un paso; ese momento en que se desea acomodar la almohada, y otra más encima de la primera, prender el velador y desplomar la carne y los huesos para encontrarnos con lo que, en este caso, Divar devora, los #libros.
Se los ha acabado a todos. Cada día salíamos a buscar uno para que no le faltara. Temíamos que se volviera loco o la desesperación le hiciera daño. Todos lo nombran con amabilidad. Porque, lo que le pasa, lo que tiene, es un don.
Él contó que una noche mientras leía y a la vez iba entrando en el sueño, ese momento en que uno se resiste a dormirse porque quiere seguir leyendo; ahí vio a la altura de sus pies un portal de luz. No estaba del todo seguro de estar viéndolo, porque podría haber estado soñándolo; pero eso es muy difícil de discernir en esas condiciones. Lo mejor es entregarse. Y él lo hizo.
Lo que vio del otro lado lo apasionó. Había escribientes, todos emanaban su propia luz y escribían para los devoradores de libros.
Cada noche esperaba ese momento en el que pasaba de ser hombre a #lecturno.

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