Toca para mí
- Voy a tocar la guitarra mientras lees, te parece bien?- Sí mi amor. Toca la guitara cuanto desees.
Ella tocó los temas del ejercicio y también improvisó algunos acordes para recrearse.
Otro día, al llegar él de su trabajo, la encontró tocando la guitarra. Él se quedó pegado a la puerta, del lado de adentro escuchando casi deleitándose con las notas dulces que ella pronunciaba. Quiso acompañarla y arriesgó algunos títulos para ver si adivinada la melodía. Ambos rieron porque no acertó.
Ella siguió con la música hasta altas horas de la noche; tantas horas que él se fue a dormir antes que ella dejara de practicar.
Cuado ella cayó rendida en la cama él aprovechó y se levantó. Tomó la guitarra, se acomodó como para tocar, temió hacer algún ruido que sacara a su mujer del reparador sueño. Continuó acariciando las cuerdas, una por una con una sonrisa dibujada que daba muestras del goce sutil del tacto con el instrumento.
A las ocho de la mañana sonó la alarma para alistarse y salir al trabajo como rutinariamente lo hacían ambos. Ella quiso abrazarlo antes de abandonar la cama pero no lo encontró.
El yacía colgando de la viga del techo con las cuerdas de la guitarra alrededor del cuello.
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